Estuvimos juntos los días necesarios y precisos. No podría pensar en que tú te irías, el dolor de dejarte me partiría el alma.
Pero en los momentos, en que nuestras almas conversan, tomamos las decisiones de nuestro futuro, yo a ella la espere, como quien espera en una estación el tren, y yo savia que ella me amaba, como con la fuerza del Vesubio.
No sentí un dolor al verla partir, no sentí angustia al verla alejarse no sentí una desesperación al saber que no la vería.
Solo sentía que yo la amaba y eso era suficiente, para poder sentarme en la playa y mirar un atardecer y pensar en tu amor y en el mío y decirme “ella volverá”.