Oh hermosura de los rosales colgados en las altas montañas
Que hacen en mí un poeta errante,
Lleno de inspiración y de afecto importante en tu corazón.
Enredándome entre el oscuro y brillante sedal de los cielos,
Buscando los parpados que el viento no dejaba de acariciar,
Tu mirada, tus labios sonrientes al tierno amanecer,
Claro las indelebles mejillas como son las nubes; tan suaves y deseadas.
Porque tu cuerpo deslumbra mi camino de dulzor
En los fuertes torrentes conducidos a el amor,
La noche sabe que tus estrellas son las más alumbradas en lo infinito del universo.
El fulgor de tu rostro vuelve armonioso a la oscuridad
Convirtiéndose amante, en alegría de los canarios,
Que cantan dulcemente a la mente que los hipnotizo.
Acurrucándose entre los calurosos racimos de claveles,
Cuyos brazos son de princesa primaveral
En el gran paraíso de tu adoración inolvidada.
Componiendo el origen de los extraviados cometas
Entre los cosmos que regían a mi razón adorada.