TRABAJO Y DESCANSO
Un hombre y un borrico
cansados de la faena,
de cortar y cargar leña
regresaban al ranchito…
El retorno se hizo distinto
pues al llegar a su norte
a él lo esperaba su consorte
con caricias y comida,
en grata bienvenida
como pago a su labor;
pero al borrico que horror
en el patio lo amarraron
y allí solo, lo dejaron
con sus orejas caídas,
como si nada valiera,
sin una cara sonreída
y sin una compañera.
El destino no fue imparcial
en un proceder tan ingrato,
para el trabajo los hizo igual,
y para el descanso, distinto trato.
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AGUA DE LLUVIA
El agua corría asustada
al caer el aguacero,
ella tenía miedo
de que fueran a atraparla.
Se sentía liberada
después de precipitarse
y pensaba escaparse
yendo directo al mar
a ver si podía evitar
subir de nuevo a la nube;
pues la inocente presume
que al llegar el fin de semana,
Será eterna la parranda
Sin saber que habrá más lunes.
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LA COLECCIONISTA DE SUEÑOS (Cuento)
Voy a contar una historia, que es parte de una gran historia que se vive en muchos lugares de la tierra. Es la historia de una niña llamada Esperanza que era una coleccionista de sueños. Ella coleccionaba sus propios sueños y también los sueños ajenos.
No es que esperanza le robara los sueños a los demás, no, ella era incapaz de hacer eso, ella solo buscaba esos sueños que nadie quería, sueños que por alguna razón eran desechados, y entonces los recogía y los llevaba a su casa para guardarlos en su cajón de sueños.
Allí había muchísimos sueños, uno grande, muy grande que era el sueño de Esperanza, los otros eran de múltiples procedencias, encontrados en distintos lugares.
Una mañana Esperanza andaba por un parque y vio un señor tristemente sentado en una banca, sus ojos enrojecidos era señal de que había llorado, entonces se acerco y le dijo
- ¿Porque llora señor?
- He perdido el sueño más grande de mi vida
- Y por que no lo busca
- Porque ya no hay nada que hacer
Y se levantó de la silla, se volvió a secar sus lágrimas y se alejó, despidiéndose de Esperanza, quien esa misma mañana comenzó a buscar el sueño perdido del señor del parque, el cual encontró todo maltrecho, bien caída la tarde. Lo llevó a su casa y lo guardó en su cajón.
Otro día Esperanza pasaba por un vecindario y vio a una señora en estado de aflicción, su cara sería y andar pesado le indicaba que algo pasaba, y entonces fue y se lo preguntó
- ¿Le pasa algo señora?
- No niña, nada que pueda preocuparte, hoy el sueño de mi vida se ha hecho añicos, pero debo afrontar mi realidad
- ¿Puedo hacer algo por usted?
- No, no, nada… Mejor vete a tu casa que tus padres te deben andar buscando
Esperanza, le sonrió y se alejo caminado despacio, siempre mirando el suelo, para ver si encontraba los pedacitos de sueño que se había vuelto añicos, y así, cuando la señora se alejó, Esperanza se devolvió y recogió uno a uno los pedacitos de sueños y se los llevó a su casa, los armó como un rompecabezas y lo metió cuidadosamente a su cajón de sueños.
Y así cada nuevo día Esperanza iba agregando sueños nuevos a su colección. Ella, como toda coleccionista, de vez en cuando sacaba sus sueños del cajón, los limpiaba, los contemplaba y recordaba donde lo había encontrado, luego los volvía a introducir en el cajón para que siguieran allí hasta quien sabe cuando.
Sucedió que un día Esperanza fue al cajón de sus sueños y le faltaba el más grande de todos, el más importante, precisamente el sueño de ella. Buscó y buscó por toda la casa y no lo encontró, su sueño ya no estaba en su cajón, entonces en lugar de llorar se sonrió, porque ella sabía que a los niños los sueños no se le pierden, ni se les hacen añicos, de manera que si su gran sueño ya no estaba en el cajón, era porque había dejado de ser un sueño para convertirse en realidad.
Y así fue, pues la Esperanza hoy, habita en todos los seres del mundo, en cualquier parte del planeta, abrigando los sueños de todas las personas, por imposibles éstos parezcan…Ese era el sueño que la niña coleccionaba, que es ahora para la alegría de ella, la esperanza en todos nosotros.
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