Rayos del amanecer
entraron alegres
por tu ventana,
te llamaron
azucena,
te dijeron bella,
rosa, morena,
y también
te dijeron
blanca.
Te entonaron loas,
y cuando
el calor subía
te llamaron:
Amor.
Amor
que resplandece
más que los
rayos celestes,
más que
las palabras
silvestres.
Amor
que brilla,
que fluye,
que vibra
en el rojo
corazón
de sangre
y de heridas
y que vive
en el
pasional
corazón
de los
enamorados.