Hubo una vez un hombre
que quiso ser poeta
y cada noche con esmero
veía la luna infinita
mas no sabía qué escribir.
Vio aquel hombre soñador,
un sol que en el día
pintaba con su luz blanca
los más bellos paisajes
mas no hallaba que escribir.
Al lado del mar contempló
el horizonte perdido en el cielo,
viendo al desierto y su arena
pudo ver la soledad,
aún así, no podía escribir.
Sin embargo, hubo una vez
en que el hombre pudo sentir
el amor que quería pintar,
y rió y vivió feliz
y lloró y moría triste
y luego se sintió solo.
Entonces aquel hombre
ya sabía qué escribir
pero ya no quiso hacerlo,
aunque su ser lo reclamaba,
aunque su alma lo pedía.
Hubo una vez un hombre
que aprendió a vivir la vida
sintiendo con el corazón
y pensando con la cabeza,
ese buen hombre
era un poeta.