Tal vez no sabias,
que la esencia mágica del fuego ardió en mis brazos,
desde tus pies míos,
hasta la cima de tu pelo, ennegrecido por la llama.
Tal vez no sabias, amor,
que antes de tus besos, se me pegó tu aroma,
antes de tu aroma, me impregnó tu ceniza de selva, y
después de amarte, me quedó el recuerdo de tu boca.
Tal vez no sabias,
que antes de ti, hubo otras navegando por mis poros.
Ninguna oliendo a manzana fresca.
Ni con tu risa abierta como muelle de ultramar.
Ni los labios empapados en cerezos.
Ni trayendo sus pies de frontera y repique de Campana,
desde atrás de la montaña invisible.
De donde llegaste con tus muslos de roja tierra y
luz marfil enredada en tus dientes.
Tal vez no sabias,
que con la pila de amor acumulado, celebró el otoño en sus hojas,
tu paso caminado y tu huella marcada, y de la dilatada sal de la distancia
se irguió la estatua de tu viña, en la copa de la uva nevada.
Tal vez no sabias,
el caudal inmenso de lago de amor espejado,
que traían tus pies desde Campana, directo a mis brazos.