Adonde irá la sombra del malherido malparido, que maltratado hasta los huesos se mueve con la brisa, quien traducirá el discurso inexplicable que viaja impreso en cada hilo de saliva que rueda cuesta abajo, cómo suavizar las crispadas manos, torcidas y arrepentidas a último minuto…no hay espacio para una triste sonrisa en la acusadora mueca que deforma hasta lo insoportable esos jóvenes huesos. Es tan profundo el pavor del miserable cerco, que consume cualquier perspectiva, que apaga todas las luces, y las esperanzas, los sueños…hasta los anhelos diminutos se transforman en acertijos absurdos por imposibles. El día nuevo, idéntico al que se ha ido, gira con voluntad de despojo, esparce la miseria escondida en las mitocondrias, y la vuelve obscenamente cierta y dolorosa, abre un boquete en plena frente, arroja sal adentro, y en un arranque de conciencia y compasión, señala la puerta que se abre a la noche inmensa.
Para Pablo