Quiero que tus ojos
de inmenso abano, me abracen con fécula de polen y cópula.
Que tu pelo
moleste mi alveolo nasal por la noche, y
al abrir el día,
el cuerpo de una hebra enamorada en mi párpado.
Quiero que tu boca
de anillo de Júpiter me rodee por el cuello.
Que tus muslos de alga
se peguen en los míos, muslos necesitados como la roca solitaria.
Y tu vientre inmortal,
florido jardín de mis besos, en tu posición fetal prolongada,
zumbando de abejas, deje el sabor de miel como amarra.
Que tus Diánicas caderas
me emborrachen, movidas como la última copa del ágape de Baco.
Que de tu lado ausente,
emerja un suspiro resonando como latido, y del
margen del contacto, tu gota de materia en erupción.
¡ Lo que yo quiero ¡
Es el cosmos vencido de tu entrega, la batalla sideral
en los astros pardos-negros de tus ojos,
el paseo calmo,
en el abra de tus montes, donde escribo mis versos.
Quiero ver mi cara alelada
cuando te escucho, meditando entre los caracoles, y
los peces coloridos nadando en el pentagrama,
Oír tus notas de besos al aire, y
en estribillo, repetir mi nombre.