Todos los días muero…
Muero al empezar el día,
al discutir con mis sabanas,
al peinar mi cabello, o lo que queda de él.
Cada día muero…
Soy espectador de mi propia vida
y mi enemigo es el reloj.
Mis manos trabajan para lo que no conservaré,
mi boca mastica por costumbre,
y camino por no aburrirme más.
Muero…
Caen las hojas en otoño
pero el árbol las vuelve a recuperar
Yo sin embargo muero…
y no hay nadie para impedirlo,
aunque no me entristezco por ello
si no porque me aburre esperar.