Agonicé más de poeta que de luto consumido
el día que nuestros labios, la misma sed han compartido.
Habiendo conocido mi cuerpo, más Lunas
que trozos de tu carne,
Cada noche en que hablaba a la altura,
soñada o desvelada, sin conocerte … te concebía .
Solo necesitaba tu nombre,
la perfecta noche de tus ojos
y tu mirada sobre la mía.
Nací antes de rozar tu boca,
en el frío lecho que me acompañaba,
cadenas de lentos días,
hasta el alba del estrecho firmamento,
en el que tantas lunas, me prohibían el sueño.
Morí antes de tu cuerpo
que del propio Hades presente.
Desnudaba y enmudecía mi gélido invierno
consumiendo en su mismo fuego,mis entrañas y mi centro.
Para describir tus labios,
declaré mil versos callados,
suspiros con forma de anzuelo, en medio de la sequía
y ahora, que el mismo manantial,
nuestras bocas compartieron
conocen la sed repetida
que había secado mi alma de palabras,
como si la misma hoguera ,que tras mis costillas habita,
consumiera ideas, sentidos, papel y poesía.
Ella es blanca y delgada como el ardiente Enero
y por su cuerpo la luz resbala, como cascada láctea, de balsámica canela
Del beber, absorbería todo lo sano de la vida
apagaría el fuego sobre sus aristas
mientras mi pecho calla, del deseo, sus heridas
Ella es radiante, como los brotes
nacida solitaria, sobre la rocalla florecida
arrogante en sus primaveras,
de su solo perfume la única semilla,
belleza, de una sola vida renacida.
Diré que las palabras
necesitan del amor para crecer,
eternas como poemas,
en mitad del Marzo más fluido,
tanta avidez…. se ahoga en los corazones
hasta que la sin razón agoniza de sed.
Ahora conozco de ti, hasta el más sentido olvido,
sobre tu falda ya tranquila
descansa mi cálido e integro destino.
En mi, el fuego abrasa, cuando se consume
y en el eterno brillo de tus ojos, diré que nunca conocí
ni barcas, ni olas, ni vientos tan navegables
como el océano profundo de tus sueño insondables.