Una mirada, solo me devolvió una mirada
frente al pizarrón, delante de las tizas.
No fueron gestos, una explicación o una palabra,
solo eso, casi de súplica, de sufrimiento, desesperada.
Y allí supe que no había estudiado nada
que no valían las excusas inventadas,
que no valía la pena dilatar la jornada.
Lo miré, sin decir, sin opinar, solo mirada
incliné mi cabeza, mire su asiento que lo esperaba.
Se sentó, no pregunto, no se animaba.
Me acerqué y me vi hace mucho, como ese niño que temblaba,
puse mi mano en su hombro y le dije que lo olvidará
que la próxima semana, que estudiará, no había nota, nada.
Y me devolvió otra mirada, más triste, más angustiada.
Gracias, dijo. Solo dijo esa sola palabra
y sus lágimas brotaron sin poder controlarlas.
Rubén