¡ Amor ¡
Se me hizo urgente tu aliento a jardín florecido
en la cuna de la primavera.
Cuando vi el vacío entre mi pecho y el ombligo,
sentí mi hombro
con un dejo de descanso, y mi mano adormecida,
mi oído angustiado, y
mis costillas en parrilla con dientes como el caimán
y púas de carbón mineral.
La voracidad del tigre y el hambre del famélico
se despertaron juntos, al alba.
Con hambre de tu boca y apetito carnal de tus labios.
La noche me había acosado,
mordiendo como perro rabioso mis entrañas,
Me amarró al espejo aniquilante,
me puso frente a la imagen de tu roja carne y la sed de húmeda sangre.
Quedé solo y temeroso,
como la piña tropical en el gélido invierno de un pico.
Hasta que el alma se encendió,
quemando con fuego el mar y el agua.
Al llegar con tus trémulas manos de algodón
y dos guirnaldas en tus ojos.
Se me hizo la hora de la libertad.
En el segundo culmine de tu presencia.