No puede ser mi sombra
la que me sigue
no puede
ser
mi sombra
digo.
Cruzo a la acera
del frente
y se queda
detenida
siguiéndome
solo
con la mirada.
Miro atrás
y continúo
el camino
bajo la luz
del medio día
y me consuelo
con el sol
vertical.
Mas ella
mira también
con tristeza
cómo doblo
su destino en
dos
en la otra
esquina.
Pienso bien
y vuelvo
a su lado
corriendo
justo
cuando se está
haciendo
papel
picado negro.
La sostengo.