Que amor tan alado,
y tan alto por la mar,
¡qué deseo por lo amado,
lo que se desea del mar!
De niño como marinerito,
jugaba en noche alumbrada,
lleno de risa, como angelito,
acariciaba la ola sin mirar.
Qué bella estaba la mar
¡el marinerito la capitaneaba!
su voz era de acatar,
y el aire se subordinaba.
Marinerito por algo no fuiste
marinero de las aguas del mar,
quizá te tocaba navegar
entre las olas y espumas
de letras hiladas con metáforas,
en los poemas del mar,
y a la distancia,
un traje de marinero
quedó sin ver tu ciudad
con pantalón de campana,
con blusa azul ultramar
y una cinta milagrera
que pudiera regresarte al mar.