Era yo muy niña
cuando aprendi
que los libros me permitirian
viajar por el mundo
vivir historias fantásticas
comprender a mis semejantes
aprender día a día
y también darían
a mi alma consuelo.
Hoy ya no soy niña,
y con gran frecuencia
pretendo que el mundo
conozca mis sueños,
mis alegrias y todos mis anhelos,
lo que he vivido, gozado o perdido
en fin, ahora pretendo
ser yo la que escriba
y mediante mi pluma
se me ha concedido
conocer poetas,
almas muy sensibles,
hombres y mujeres
de gran valor humano,
que en la distancia
me brindan sinceros
palabras de aliento,
críticas sinceras
y con gran donaire
su franca amistad.
Por eso en este día,
yo les agradezco
con toda mi alma
el tiempo que brindan
a todas mis letras.