Te brindas sin condición,
luego me quitas tu protección.
Deleitan mi osado mirar tus majestuosos ropajes
luego tus aberrantes despojos encalambran mis cansados ojos.
Me asombras con tu abundancia
luego tu escases me confunde.
Esto si es complicación:
porque en un instante te amo
y en el siguiente me enojo.
Sigo pistiando tus hechos y permaneces derecho
tanto con la abundancia excesiva
como cuando te meces sin techo.
Me contradigo al instante:
por quererte sin condición y desear luego jamás amarte
por tu frialdad tajante aunque la pasión arde flamante.
En un extremo o en otro, en esencia eres el mismo
y mi admiración es persistente
creo que por que eres inhumano,
al presentarte mutante pasando de la vida plena
a casi quedar inerte llegando al abismo de muerte.
He aprendido a quererte aunque te encuentres inerte
con chamizudo semblante,
siempre te plantas erguido,
y permaneces muy recto,
erecto,
imponente
y potente…
por lo que me inclino reverente
después de maravillarme
para confesarte lo que es aberrante:
mi contradicción continua
con tu entrega incondicional y tu indiferencia de hielo,
tu riqueza en un instante y en el siguiente tu nada,
así he aprendo a quererte,
admirarte,
maravillarme,
asombrarme,
aceptarte,
disfrutarte…
en contradicción aberrante.
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