Desperté una mañana,
el amanecer se asomaba por mi ventana,
me encontré manejando por la ruta,
paisajes desconocidos pero tan familiares,
hacia dónde estoy yendo?
Intenté abrir los ojos,
sacudí fuerte mi rostro,
pero claro estaba que no era un sueño...
Miré una vez más hacia mi alrededor,
por alguna extraña razón,
creo por aquí antes haber pasado...
Los recuerdos me estremecían,
pero verlos no me permitían...
Rodeada por montañas,
veo un lago turquesa,
árboles que a la distancia aparecían,
me perdía en el profundo azul del cielo...
Dónde estoy yendo? Dónde estoy?
Pude distinguir una pequeña cabaña a lo lejos,
a la que poco a poco me fui acercando,
parecía haber sido abandonada,
tan linda cabaña y tan descuidada...
Me acerque al lago que la rodeaba,
me tenía que sacar las ganas
de tocar aquella agua tan turquesa...
A medida que al lago me acercaba,
recuerdos se asomaban y me saludaban,
empezó a llover a pesar de aquel cielo despejado,
llovía bajo los rayos del sol,
toqué el agua de aquel lago,
vi un antiguo molino a pocos metros,
vi mis recuerdos reflejados,
llegando a pasos agigantados,
en el cielo se proyectaron...
Qué es todo esto?
Cuando había decido viajar para aquí?
De pronto unas personas habían llegado,
al principio creí que eran desconocidos,
una persona a mi era muy parecida,
me costó poder reconocerla,
pero después no tenía dudas...
A pesar de las distancias,
y del tiempo que había pasado sin verla,
nunca había logrado olvidarla,
más aunque aquellos increíbles recuerdos juntas,
hoy sean antiguos y grises,
en algún lado dentro de mí aún permanecían...
Qué feliz se la veía, hacía tiempo que no veía aquella sonrisa!
Un mar de imágenes y melodías inundaban mi memoria,
quise acercarme a saludarla,
pensé en lo contenta que se pondría,
pero había algo que acercarme no me dejaba,
un hombre de edad avanzada hacia mí se dirigía...
Me advirtió que acercarme me prohibía,
más me aclaró que ese lugar ya no me pertenecía,
más tan errado no estaba,
conmigo nunca había tenido aquella sonrisa...
Me pidió mis pertenencias y sin negarme se las di,
mas su felicidad era lo único que quería,
a mi corazón en una frágil rosa de cristal convertiría,
los colores de mi alma desaparecieron por arte de magia,
y mi memoria, mis recuerdos, en mil cenizas arderían...
En cuanto a lo que quedó de mi,
me hizo prometer que nunca más volvería,
que muy lejos de allí me iría...
Miré de lejos, por última vez, aquella persona que tanto quería,
mis ojos empañados en grises y lejanos recuerdos por siempre quedarían,
nunca más allí volvería y a ella verla tampoco podría,
había jugado a las cartas y había perdido,
pero sin embargo, había algo que nunca quitarme podría:
aquel sentimiento de felicidad que sentí
en los momentos que juntas compartimos
y la transparencia de mi fiel corazón
que más allá de las distancias en cada alba la recordaría...
Recordé una vez más lo feliz que fui a su lado,
la miré por última vez y me aseguré que fuera feliz,
deje que mis lágrimas con la lluvia de cristales se mezclara,
y en un sin fin de melodías le permití a mi alma su partida,
insegura de hacía donde se dirigía,
pero con la certeza que mirando hacia adelante un nuevo aurora me esperaría...