He estado pensado
en lo mucho que te pienso,
y escribo, justamente,
sobre lo mucho que te he escrito.
Es que siempre queda algo por decirte
y me parece poca la poesía
y me parece poco el pensamiento.
Porque, además, no quiero la tristeza
que a veces va, o viene,
a través de riscos y de mares,
ni melancolías que rasgan las tinieblas.
Quiero hacer de este amor
un sendero en que las brisas
me traigan tu voz y tu alegría.
Y sí que te extraño, vida mía,
y sí que quisiera volar hasta tu vera;
mas si ello no es posible, por ahora,
no debemos llorar, ya no.
Hagamos un nido de simpleza y armonía,
si al fin de cuentas, tan simple eres
como simple son mis versos,
tan amorosa eres, como amoroso
pretende ser este poema.
Inspirado anochecer que me trae tu mirada,
sueños en calma, oceánico mutismo,
besos en las sombras, besos que te nombran,
temblor de luna encharcada en la calleja,
lucero azul que me habla de tus ojos
y musicales trinos que tus bosques
le ceden a mis sierras. Todo lo eres:
desde la inmensa extensión de los trigales
hasta el pequeño país de los gorriones.
Porque los mundos se suman al silencio
y la arboleda abraza los nidos y las aves,
porque la noche es tu arrullo en mi almohada,
tal vez quede aquí trunco mi poema
y mi ensoñación se perderá... adormecida.
Pero no importa, mi tesoro, para vos es mi última sonrisa,
para mí será tu última sonrisa (las últimas del día),
hasta que vuelva el sol por la mañana…
(Si al fin de cuentas,
te seguiré pensando,
te seguiré escribiendo,
simplemente
porque te seguiré amando).
Derechos reservados por Ruben Maldonado.
ILUSTRACIÓN: camino cordillerano, Neuquén, Patagonia Argentina.