A el fraile Camilo Henriquez Gonzalez.
¡Algazara! en la hoja de historia emancipada:
Solsticios de verano, jubilo, esperanza
En manos de patriotas idealistas que van
Suturando con azahares los bienaventurados
Colores de la patria.
¡¿Qué es esto?! ¿Es el héroe, de sus manos
Color esperanza embadurnadas de un carmín
Aguacero de pólvora y muerte?
¿Las albercas de mi patria añeja
Asperjan con la sangre del rebelde
Las raíces de mi copihue independencia?
Así que de eso se trata, libertad a cambio de muerte…
Trigo medrado de tortura y un campizal que en lontananza
Aguarda al lirio vestido de trajes fúnebres;
Así que eso es, desidia y matanza…
¡Buscad entre las filas del ejército, todos corroen en sus manos!
El fusil, la tizona, la piel sajada, la sangre en sus manos…
Los hayáis en todos, incluso en héroes:
¡Los Carrera, hermanos del puñal y la fuerza!,
¡Ohiggns padre de la patria sangrieta!
¡Aquí! ¡Allá! Todos con un rumor de batalla y sangre en las manos.
Momento…. Aquel (señala con el dedo), ¿no son acaso sus manos
Blanquecinas de pureza? Pues, no hay sangre, en su palma.
¿Cómo se independiza sin muerte?
(Respuesta) Se lleva al cañón larguirucho como yerto cadáver confinado,
Se cambia por hojas y un cartapacio,
Luego al polvo de la mortandad se va y emana tinta,
Usufructo del esfuerzo nace el medro de libertad
Bajo el alero de un abedul de frondoso ramaje
Se constituye en la nobleza de un idealista fraile
Que con su tersa piel acurrucan mis manos
En los senos del conocimiento.
¡OH! Letrado del sol de la aurora
Dueño del albor de las nubes de la sabiduría
Lumbre de la orfandad del campo de batalla
Fulgidez de estrella en tu mirada profunda
En la cual se adentra la mocedad del libro
Para hacerlo adulto gallardo, franco y listo
Para dejar que la palabra tuya sea rayo de sol
En la mañana.
56 años y el hombre de manos limpias,
De glaucos colores esperanzas
Se torna silencioso y su corazón pausa latidos
Mi alma llora el desconsuelo de su partida
Pero, Deja esta pertrecha tierra corrompida
con una calzada llena de adoquines ilusorios
y espigados faroles de razón que anidan
en el alma, en cada paso, en las campanas
De tacos, la aurora de chile ¡¡en tu voz!!
¡¡Camilo Henríquez!!
Por los siglos de los siglos
¡Amen!