Y pensar que estuve dispuesta,
a ir hasta el fin del mundo
para tener una respuesta,
para hacer de nuestro amor
una verdadera fiesta...
Pero la ilusión se me terminó,
cuando dijiste:
no es necesario que vengas
al sentir mi corazón iluso,
se rompia en mil pedazos
cual piñata en verbena...
Mi fe en espera
se desvaneció,
al ver que mi amor,
no te importó,
al darme cuenta
que siempre eres
y seguirás siendo tú,
y sin mirar a tu alrededor...
Y en mi mente,
constantemente,
resuenan estas palabras:
Y pensar qué...
con todas mis fuerzas,
yo te amaba.
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©2012 Marcela Murillo
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