Estoy tocando tu faz que se refleja
en las aguas fluidas de la lluvia;
estoy orillando mi corazón entre tu pecho
para sentir mis latidos en los tuyos.
Estoy abrochando mis labios en tu frente
y mis dedos livianos en tus muslos;
me acerco a ti, con desconcierto,
inevitablemente para estremecerte,
para sentirme en ti y en mí sentirte,
así encontrar el climax de la vida
a tu lado, entre tu corazón y el cielo.
Estoy abrochando mis labios con los tuyos
y mis dedos ardientes en tu pecho;
estoy tocando tu alma con mi cuerpo
y tu cuerpo con mi alma alerta.
¡Que me encadeno a ti estremecido
para librarme del rapto del deseo
que se deshace y me deshace entero,
que a la vez que me incita me secuestra!
Y para triunfar en la carrera del amor
tuve primero que por ti ser vencido,
tuve que derrocar mi vano orgullo
para instaurar de la pasión su reino.
Por eso estoy fundiéndome en ardor
con un influjo de delirio en llamas
y en esta combustión de nuestras almas
es testigo de unión tan sólo Dios.