Bien pudiera alejarme
del banquete de nuestro amor,
en silencio y lerdos pasos,
furtivo, cobarde, en dolor.
Pero tengo ingentes deudas
que talvez nunca las pague,
por los momentos tan bellos
que a mi vida tu le has dado.
Tu risa espontánea, tu actitud valiente,
nuestras picardías, sentidos poemas.
Te los agradezco infinitamente
por casi dos años de feliz arrullo.
Comenzamos a caminar
de la mano de un poema.
Por eso al terminar
te digo adiós por escrito.
Me retiro así, sin llanto.
El espacio es muy pequeño.
Mi amor es tan inmenso,
que no puedo compartirte.
Anita Silva, querida,
tú me conoces bien.
Yo no soy de los que vuelven.
Adiós, para siempre, adiós.