Inmenso llano de deseos
en tarde luminosa y clara
-nardo marchito esconde
una mirada-.
Copa dionisíaca
ofrece el cáliz
-la viva rosa ,frutos
para el beso de nada-.
Besos de fuego
donde se forjan las almas,
hilando labios de azul
sobre la blanca almohada.
Ya Ceres no da espigas de oro
ni Eros el cuerpo toca:
no besará los muslos de brasa.
Desde la ventana, monotonía
oyendo caer agua.
Lejos suena el clamor
de las campanadas.
Acentos de aire -dulce serenata-
los cristales traspasan:
qué hondo sentir
de voz cantada.
Sobre la tierrra
brotará una alborada
dejando perfumes
de alma enamorada...
(salvador)