El gitano no tiene penas,
pues se las cuenta a la luna.
¡Qué envidia te tengo, gitano,
gitanillo de aceituna!
La luna ya no me mira
y se me esconde en las nubes.
¿Qué le has dado, gitanillo,
que sólo a ti te sonríe?
No, yo a ti no te culpo.
Me enamoré de una estrella
y ella será mi gitana,
pues me robaste la luna.
Su pelo será de oro,
como tu luna, gitano.
Sus ojos serán muy claros,
limpios…
como las noches de Junio.
Ya no te tengo envidia, gitano,
gitanillo de aceituna.
Me enamoré de una estrella…
Tú… ¡quédate con tu luna!