A ti Arguedas en tu andina frente
y en tu conciencia cósmica del Ande.
¡A tus poros proclives al paisaje
de la sierra telúrica y magnética!
¡A tu corazón, flor esporádica
que crece a las orillas de los ríos,
al pie de las montañas colosales
y hasta en la roca osada o decaída!
¡A ti maestro bilingüe y poseído
por el latido mágico del Ande!
¡A ti que te sentiste indio
con el orgullo digno del que vive
para entregar a sus sueños ardua vida
y regar su vida con su sangre!
A ti escultor de tu obra fidedigna
testimonio infalible de tu origen!
¡A ti, en tu raza, que ya es grande!
¡A tu labor incesante, inigualable,
para revalorar lo que nos pertenece
y del pueblo reproyectar su vida y arte!
¡A tu misión humana y trascendente
de unir nuestras razas con vínculos de iguales!
¡A tu sueño de hacer de todas las sangres
un río de hermandad profundo y grande
que avance hacia el futuro impostergable
con fluidez, entre las piedras y tronando fuerte...!