Vi tu sangre derramada por el piso de la habitación.
En ella veía flotar uno de tus negros cabellos
Tus ojos sin mirada fija se encontraban
¿Dónde estabas?
Me preguntaba.
Yo podía dar todo por ti
Yo podía dar mi alma por ti
Yo podía dar mis sueños por ti,
Pero en realidad mentiría ya que
Mi sueño eterno era estar junto a ti, y a tu presencia
Yo podía dar mi mundo por ti,
Y aun así seria poco,
Hasta podía pensar en un compromiso por ti,
Yo pensé en un compromiso por ti,
Yo hice un compromiso por ti,
Yo dije “acepto” por ti,
Yo di cada centímetro de mi ser por ti,
Yo lo entregue completamente por ti.
No me importaba nada más,
Todo lo hice por ti,
Todo lo di por ti
Verte sin vida me destruía,
Mi ser ya no resistiría,
El equilibrio no resistía.
La muerte para nosotros ridícula se veía,
Un inmortal a la muerte no temería,
Y verte en piso de madera desagrado.
“Madera carmesí”,
Te burlabas de la gente que moría así.
Ver el mismo destino de ellos en ti,
Una extraña sensación me causaba.
Más dolor aun me enterraba.
En ese órgano llamado corazón.
Fuiste inmortal
Y verte muerto
De rodillas me colocaba
Ante tu fría piel
Y tu pálido rostro
Que mis lágrimas rozaban
Y tú rechazabas
Que podía hacer por ti,
Tu alma no encontraba
En la soledad yo estaba,
Si rumbo alguno me hallaba
Muerto de una manera tan sencilla,
Ya me lo imaginaba,
Humillación te causaba,
Pero sencillamente risa me daba.
Podía verte,
Podía olerte,
Podía sentirte,
Podía hablarte,
Podía tocarte.
Muerto como mortal
Vivo como inmortal.
La belleza de tus ojos ya se había desvanecido,
Solo un blanco etéreo se divisaba en aquellas ventanas.
Gracias a ti ya no existía la perfección dibujada
Por ti la perfección no se volvería a hallar en la Tierra
Por ti los inmortales no volverán,
Ni existirían, jamás.