Mi alma estaba fría, el cariño no conocía, mi cuerpo tan solo simulaba que vivía, mi corazón en realidad no latía, mis ojos la luz no veían, mi boca de miedo moría. Tan sola me sentía, pensaba que ni el viento me quería, que el sol solo me daba luz porque quitármela no podía. El día que más pensaba que sufría, apareciste tú como el pétalo de una flor que caía, tan elegante te veías, tu sonrisa relucía, en tu cara marcada la felicidad tenias, sin darme cuenta te seguía. Sin querer tu conversación por teléfono oía. Mientras decías lo que jamás yo podría, el “cómo te sentías”. Cuando decías las emociones que en mi corazón vivían, supe mi vida te dedicaría, me presente mientras muy alegre tu sonreías, me imagine lo colorada que me ponía. Pasó el tiempo y sabía que al ser más hermoso conocía; un día sin pensarlo te dije que una eternidad te amaría, me miraste sin entender lo que decía, mientras pasaban los días yo ya no resistía, este gran amor me consumía. No pude comprender cuando me dijiste que con otra persona salías, en esos días mi alegría por segundo se desvanecía. Un día me besaste mientras perdón me pedias. Con tus besos mi corazón no latía, luego me abrazaste y pronunciaste las palabras que un día yo de corazón decía mientras mis manos frías sostenías me di cuenta que era verdad, esta vez me amarías. Luego mi alma a ti entregue, algo de lo que nunca me arrepentiré. Luego de una vida a mi lado seguías y te confieso, yo lo sabía, que mi corazón de ti jamás se olvidaría. Y aun sin saber que el tiempo transcurría cada día nos amamos sin medida.