El silencio de los huesos es un bien
bien adquirido
sobredimensionado a veces, cierto
en una caracola.
Recopila fantasmas y los flamea al poniente
como flámulas blancas
de amores contrahechos
y repasa lo no dicho o incinera descuidos.
El silencio de los huesos resquebraja el olvido
no mira campanarios
solo escucha campanas
recupera el sonido de la música antigua
y avienta lo mal dicho.
El silencio de los huesos no dice ni desdice
construye catedrales
esculpe suspiros hondos
rebobina los ríos oscuros de los callejones rotos
y los transmuta en paisajes
que las palabras ignoran.
El silencio de los huesos
es a veces un sabio que embotella colores
para futuros grises.