Ana Maria Delgado

FRAGANCIAS Y SABORES CITRICOS

A media tarde,

junto al viento y la lluvia,

que como gruesa lija

se deslizan por mi piel,

te espero,

en la  cómplice esquina

donde cada tarde, desde hace años

tejemos secretos y sueños.

                                      

Se mofa de mí el reloj,

cada vez que mis ojos, donde cuelga la impaciencia,

se fijan en el prosperar de su carrera,

ansiando que se acerque a la meta de las 3.

 

No llegas… no vienes,

donde estas? , que ha pasado?

…te aguardo, como siempre,

como todas las tardes,

tejiendo disculpas a tu tardanza.

 

Y el tiempo, aunque quiero,

no pide permiso para detener su carrera,

corre, no se cansa, nunca se cansa,

mis piernas si… duelen… se entumecen.

 

Estoy sola y en silencio,

en este silencio obligado que me tortura,

porque miles de te amo

están agazapados… esperando que llegues

para  liberarse de mi  boca  

y ser esclavos de ti…

 

Estoy sola y en silencio,

en medio  del incomodo ruido y el pesado humo oscuro de los carros

y del bullicio de la multitud desordenada,

de una multitud distante que avanza, para donde? No sé  ni me interesa…

solo veo que avanzan,

para todos lados pero avanzan.

 

Y  yo ahí….clavada

en el mismo sitio,

en la  cómplice esquina

donde cada tarde, desde hace años

tejemos secretos y sueños… es cierto… cuando puedes,

cuando nadie te detiene,

cuando te hago falta…

aunque yo …

te espero cada tarde

(y lo sabes, bien lo sabes, aunque no digas, ni hagas nada).

 

Ya no huelo bien, como olía a las 2:30,

cuando salí de casa…

se difumino la seductora y exquisita esencia  

de cardamomo de babilonia,

orquídea de Madagascar y no sé que más exóticas flores,

que vacié, con cautela,

en estratégicos lugares de mi cuerpo

y en mi blusa de seda negra…

ya no huelo bien…

se impregnó a mi ropa y a mi piel,

ese olor nauseabundo

ha agua estancada en las profundas cicatrices de la tierra,

ese olor a alcantarillas viejas y descuidadas,

ese olor a basura apiñada

en la calle cercana a la cómplice esquina,

donde cada tarde, desde hace años

tejemos secretos y sueños… es cierto… cuando puedes, solo cuando puedes.

 

La lluvia, sin compasión,

despeinó mis rizos fabricados,

y lavó los costosísimos y extra  finos polvos faciales importados.

Se corrieron las sombra rosa fantástica de mis parpados,

al igual que el delineador “duradero”

 y el rímel máximo color y volumen…

…y yo que pretendía matarte con miradas…

de los labios… se fue el brillo mate, ya están resecos y pálidos.

 

Aún no has llegado,

y el atardecer murió hace rato…

pero… hoy es viernes…

casi todos los viernes arribas….  cierto, cierto, cierto… cuando puedes, solo cuando puedes.

 

Me pregunto si es preciso,

aumentar otros 60 minutos,

a los 180 minutos ya otorgados,

 titubeo …

me ganan  las ansias de contemplar el guiño de tus ojos,

e impregnar mis labios resecos y pálidos,

con los dulces jugos tibios de tus labios,

y  abstraer aunque sea por unos fugases  instantes

la punzante amargura de saber,

que solo soy un antiguo instrumento necesario para tu entretenimiento,

…  filos de navajas cortan mi piel… sabores citricos en mi boca, basuras en mis ojos...

 

                                                   POR: ANA MARIA DELGADO PEREZ