que canten las aves en los risos de los árboles su humilde canción
y que del cielo caiga el arrullador canto de los aguaceros de mayo.
que tu piel tostada se convierta en calurosa noche
y tu voz en golpe de mar enardecido, enojado.
que tus manos nunca me suelten como la gravedad al mundo
y tu aliento perfume las tardes-noches en mis oídos.
que de ti emane un caudaloso río y de mí la furia de volcanes,
que perderé el sueño entre tus brazos y despertaré sin cansancio
mañana que te haré mía.