Ruge el caos entre las manos del sol.
Resurge el epitafio de las palabras
que no quisimos pronunciar.
El impacto es inminente:
se aproxima el día en que todo será nada,
y nada será lo único que gocemos.
Y ahora que sabes la verdad de la situación,
hazme el favor de pronunciar mi nombre
cuando el agudo padecimiento
llame a tu puerta.