Su sonrisa está
grabada en mi mente
como el agua marina marca
sobre la roca.
Sus latidos aún
los siento sobre mi pecho
y mis labios aún no olvidan
el sabor de su boca.
El aroma
de su cabello tiene
flores silvestres
y rocío;
el amor
que ella tiene
no es el de nadie
es el mío.
Cuando trepo
hasta sus ojos
me quedo observando
el infinito
y en cada lugar
yo descubro
de su alma
un pedacito.
No sé cómo
fue que ocurrió
su aroma
del viento se apoderó
y las pocas hojas
que caen de los árboles
entristecen mi primer otoño
que paso sin su amor.
No podré correr
como lo hacía
ni cantar ni reír
ni llenarme de alegría;
he de esperar
el momento aquél
que me acerque a su sonrisa
y me aleje de esta vida.