Quiero ser la armonía de tu canto
Quiero ser una lágrima en tu llanto
Quiero ser la fibra de tu manto
Quiero ser el yeso de tu santo
Quiero ser el consuelo de tu tristeza
Quiero ser la dulzura de tu nobleza
Quiero ser la oración que tu alma reza
Quiero ser el pan que pones en tu mesa
Quiero ser yo un castillo y tú la princesa
Quiero ser el ángel de tu calvario
Quiero ser cada minuto de tu horario
Quiero ser tu amante en tu diario
Quiero ser el padre nuestro, en tu rosario
Quiero ser la alfombra de tu altar
Quiero ser tu suerte del azar
Quiero ser las olas de tu mar
Quiero ser tu remo al remar
Quiero ser el control en tu delirar
Quiero ser el motivo de tu amar
Quiero ser la sangre de tus venas
Quiero ser el alimento que tú cenas
Quiero ser de tus leones sus melenas
Quiero ser tu voluntad cuando te serenas
Quiero ser la alegría de tus penas
Quiero ser tu encanto, de un coro de sirenas
Quiero ser la luz de tu oscuridad
Quiero ser la pureza de tu verdad
Quiero ser tu firmeza y tu piedad
Quiero ser tu franqueza y lealtad
Quiero ser tu cariño y tu bondad
Quiero ser el aire que respiras
Quiero ser tus ojos con que miras
Quiero ser la calma de tus iras
Quiero ser la fuente en que te inspiras
Quiero ser la razón por la que suspiras
Quiero ser la ternura en tu agonía
Quiero ser la luz, que te alumbra cada día
Quiero ser tu perfecta sinfonía
Para que así: Tú siempre seas mía.
Quiero ser la sonrisa en tu alegría
Quiero hacer de tu felicidad la mía