Solo me queda
esperar a que vuelvas
porque no se por donde andas
en aquel pueblo tuyo,
quise llamarte desde mi lamento
o desde mi arrullo
pero no se donde buscarte
y tan solo intuyo
que estás lejos y cerca
en esta noche tan oscura mía.
El silencio vuela a tiempo
indeciso y distante
apenas puedo oír las quejas
de las sombras por los muros;
y tú has dejado algunas señales
en verdad algo difusas,
caricias o puñales
sin signos, ni siquiera números.
Si me dieras por una vez tus ojos
yo sabría mirarte
desnuda entre las sábanas
o con tu gorra sentada
en el café de una calle cualquiera,
yo sabría así que me esperas
en algún lugar de este mundo,
colgaría del perchero las miserias
y saldría sonriendo amigable
o recitando algún poema.
Deberías darme por una vez tu voz
para que los pájaros la oigan y canten,
yo sabría escucharte
como el viento sigiloso entre los árboles
flores en esta noche tan oscura mía
esperando que canten las cigarras
y la iluminen las luciérnagas.