Eran esos años
que siempre vuelven a mi memoria
con el rigor de los besos involuntarios
y mis novias inventadas
Los amigos eran solo un apodo.
Jugaba a la felicidad
pues no había otra cosa que ser feliz
y cuando un pelotón de bicicletas
bordeaba la calle
el asfalto tenia color a risa en mis pedales.
Eran esos años
en que podía recordar con exactitud
el rostro de mi abuelo
mirando de reojo,
esculpiendo un “te quiero” con su vista
Años cerca de la bahía
con música tropical para todos
bajo un toldo lleno de sudores
Una lenta sucesión de soles
me cayó sobre la testa
y un día inconfundible
me encontré de cincuenta.