La ignominia que ata al hombre,
Perpetuo del sol saliente
Que persiste hasta el poniente
El inicio y fin de su jornada
Más estrecha va su alma
A los brazos del dios indulgente
Que lave de pecados su mente
Y absuelva de culpa su purgatorio.
Más cuando se castiga de hereje
Sin más razón que un Martín Lutero
Serán más las voces que se alzan
Contra aquellos que no imparten justicia
Que ciegos de tanta avaricia
Dictaminan quién vive y muere.
No serás labrero de tu tierra
Cuando de sus frutos solo hay hambre
Ni serás eterno en los cielos
Cuando llevas un alma acongojada
No hay doctrina así que valga
Lo que vale la vida de un hombre.