RICARDO ALVAREZ

INFINITA RAZÓN - de azul intenso

 

Infinita razón

                            tiene la arena para desnudar tu huella, y

                      el absoluto racimo espléndido, imperio del rojo puro,

      para emular tus labios.

  La paloma blanca y la torcaz montesina,

con afán y sueño irracional de fantasía,

                       para volar con alas como lo haces,

despegando tus pies desde la mañana.

   Y en el enigma que resuelve los colores

                             de tus pardos ojos irrepetibles,

   en la línea pura que rodea al meteorito,

      junto al cinturón azul de la estrella sabia,

                              no pueden responder la pregunta,.

         con la certidumbre que esconde tu vientre

El secreto del celeste astral,

                         creado por la esencia mística en  la copa del agua y

del cristal del vaso real de jade,

              sorbido con tu boca de hélice y esponja.

 

            Y cuando el amor se te desnuda impune,

                 sin importar la hora, empecinado en traspasar

              al duro diamante con una mirada de hacha.

             Se desnuda bajo el árbol del afuera y en el adentro

de nuestro país de vivienda.

La balanza de los frutos opimos y

los árboles fecundos, al emularte se oxidan, y

emerge el sueño ferroso, como hijo de la furia,

adherido al amor de nuestras carnes  y caminamos,

pegados como siameses trillizos alados,

construyendo la transparencia de la gota del rocío.

 

Infinita razón el sol

para envidiar tus pómulos de brillo,

perseguidos por mi beso delincuente,

celoso guardián y recatado para que tu boca no

se envicie y desmande, al mundo caótico y confuso,

creyendo que tus labios se hacen con la genética de la espuma.

 

Infinita razón 

hadas del camino para borrar tu huella, y

         la sangre gris del tomate pálido agitado de envidia

como la vela mustia que aspira oír el rumor,

del secreto de tu llama roja encendida.

Las aves libres que vuelan la ruta aérea sin frontera

se conformarían con las migajas y cenizas

del resto que queda  de tus piernas bailando turbulentas y alegres

sobre el suelo negro, con tus pies de aroma descalzos.