Hoy las palabras no acuden
con fluidez a mi mano.
Por eso en mis versos falta
la calidez del vocablo,
que le da fuerza y sentido
a lo escrito y a lo hablado.
Pero en mis versos escribo
lo que siento y lo que amo,
sin florituras ni parches,
son sólo sueños callados.
He colocado las rosas,
que fue mi primer regalo,
flores secas –llevan vida-
en un jarrón en mi cuarto…
que me recuerdan tu estancia
en este hogar apagado,
que se encendió al contemplarte…
creando un fuego sagrado,
que hoy mantengo cada tarde
y no permito apagarlo.
Entre las rosas y el fuego
y un bolero inacabado
sigo esperando los días
en que vuelvas a mi lado.