Las flores de vinilo con las brisas
ondean sus caléndulas nocturnas
blasonan herramientas taciturnas
y cubren sus desechos con sonrisas.
Si tiembla este silencio de ultratumba
podré tal vez oler sus clorofilas
podré tal vez sentir sus mustios tallos
mordiendo nuevamente el tierno labio
de un sueño que no vuelve ni regresa.
Macetas sin la tierra que las nutra,
semejan a mis huestes desarmadas,
amurallado y vil el cielo inerme
petrificado está; nada se mueve
nada de nada y nada; ni las nubes
que enfilan sus miradas luminosas
buscando electrizar mi mano yerta.
Los pétalos ahuyentan a la vida
con plástico respiro inesperado
su tenue ventilar inusitado
expresa muy fielmente mi pasado;
pasado que es fantasma y es espectro
de trozos de neuronas condenadas
que plañen sus hormonas y endorfinas
cual fueran las banderas de victorias;
si todo lo que quedan ¡son derrotas!
volando como buitres sobre dunas
que cubren las espadas corroídas,
las dagas, los cañones derruidos,
las aves que no vuelan hace siglos,
los fósiles callados del olvido
y el sueño concubino del desnudo
perdido y extraviado en los arcanos
de un cuento fabulesco y oprimido.
Las flores de vinilo en mis balcones
remembran las antiguas tradiciones
que mueren en desuso por traiciones
de nuevos y modernos corazones.
Lo sé, ya lo entendí voy en bajada
y mi época de oro ya pasó
pero es que el corazón este travieso
no siente que se ha vuelto tan añejo
y créese valiente quinceañero
en busca de aventuras y consuelo
y vida, nueva vida, vida plena…