Noche sin nombre
desde tu soledad,
desde tu techo manchado,
verdad insoslayable
mis manos se aprietan entre si
intentando estrechar el vacío
acurrucado en tu regazo.
Noche sin fin,
eres más verdad que mi verdad,
y oprimes mis huesos
con mil atmósferas ciertas
húmedas, inmensamente tiernas
como el rocío de tu intimidad.
El tiempo y la noche
infinitamente eternos,
deseos etéreos, impronunciables,
humanos, finitos, míos.
Si el destino y tu verdad,
noche repetida, en infinitas
noches tan largas como el tiempo,
o la misma entidad noche, quien sabe,
prolongada en lo eterno,
en otro tiempo, otras manos
llenen mi vacío cuerpo
con un eterno abrazo en tu regazo.