Hoy me sente a las orillas de un acantilado mirando hacia el mar,
observe el atardecer, como seguia su rutina,
como dia a día, como nunca antes,
al ritmo de las olas, las nubes pasaban,
una tras de otra, despacio y pausadas,
como marchando, como jugando,
entre la frontera del cielo y la tierra,
las horas pasaban y la vida se acortaba,
el cielo oscurecía,
pasaba del rojizo amarillo al oscuro azul,
el mar inmutable,
seguía con su vaivén pausado,
con su danza romántica, entre el y el cielo,
el viento se deslizaba entre mis cabellos, entre mis prendas,
parado ahí frente al mar
entre la linea de una muerte segura y una vida eterna;
¿ Quién dijo que no se puede comer por los ojos?
aquella tarde pude saborear la belleza de la creacion,
que lleno mi alma, lleno mi vida,
el ruido de las olas adormecían mis sentidos
cantaban a mis oidos,
susurraban en mi inconsciente la libertad del hombre
el vivir de la vida.