***Mi Tierra con vientre de Cuna***
Amanece en Chichicastenango
y el aroma del incienso en forma de humo.
sube a los cielos para despertar a los dioses…
Mientras en la sierra una nueva esperanza
nace llevando en su pecho la voz de su Nahual…
Un quetzal en la Verapases cruza el cielo azul,
proclamando y celebrando la libertad…
En Atitlan donde el cielo besa a la tierra avanza
un hombre en su mecapal lleva la esperanza,
de un pueblo místico y grandioso que como luciérnagas
emiten luz en la obscuridad.
Recorrer los cerros verdes del Quiche que son una
celebración de la madre tierra…
Para luego descubrir a la ciudad que como estrella de plata
brilla en medio de un verde espesor que es Xela
la tierra que vio nacer a la abuela…
Caminar por la costa sur sintiendo que el horizonte
se enciende cuando el sol parase posarse sobre el mar,
saciar la sed con cocos de Escuintla y sentir como la
garganta se llena de gratitud y se pone a cantar…
Luego poco a poco avanzar en la colina de la Fe donde
El Cristo Negro nos espera con los brazos abiertos,
decorar el sombrero tejido con paja para celebrar la fe,
para ser como flor en ese paisaje multicolor.
Sentir el calor de esa tierra caliente del oriente del país,
donde el hombre bravío trabaja de sol a sol
para hacer de esta tierra una gran nación.
Seguir asombrándose, maravillándose en el Caribe
guatemalteco, un Caribe diferente,
que más bien parece una foto del paraíso.
Llegar a la “Ciudad de piedra” donde sobre las rocas
aun se aprecian las huellas del hermano Pedro…
ver las buganvilias caer de los balcones…
Al abrir la ventana sentir el aroma de las rosas
y extasiarse con los aromas de la primavera…
En el Peten las pirámides Mayas se inclinan para
reverenciar al sol ante una nación cuya identidad,
es esquiva a las artimañas políticas que la quieren atrapar
y ante los discursos elocuentes que la quieren dominar.
En una tierra que no poseemos pues ella es quien nos posee,
ya que fue en su vientre de cuna donde nuestros ojos se abrieron,
ella es el suelo donde crecen nuestras raíces y los brazos que nos abrigaran cuando seamos llamados a la eternidad…
Tierra del Maya, del criollo y del ladino de donde brota ese vino
que alegra sin embriagar…
¡Oh Dios! Que nos podamos encontrar…
Que podamos superar las diferencias…
Y que esa conciencia que nace de tener
una madre en común nos tienda lazos
de hermandad…
Si, ya con los cofres llenos sean marchado
los conquistadores…
Si, ya con el botín partieron los mercenarios…
¡Pensemos! Con lo más valioso no pudieron cargar,
que es nuestra herencia Maya, el amor y nuestra identidad.
El pasado, lo tenemos como enseñanza…
El presente es la materia prima que en la
fragua de la vida debemos moldear…
Y el futuro es una esperanza que a nuestros hijos
no podemos negar…
Guatemala…Tierra de los arboles,
Tierra del paraíso perdido…
Tierra donde tus mujeres han parido
a los hijos de la libertad.
Guatebella…La niña de los ojos del creador,
la tierra donde está la huella de Dios,
que tú seas la musa, el ángel, la esperanza
y la inspiración de las mujeres y hombres
que pisa este suelo donde tiene su aposento
la mirada de Dios.
Oxwell L’bu
Foto: Marlen López.