Muchos días han pasado,
mil personas se han cruzado
son rostros y nombres que han dejado
su huella imperecedera en mi.
La alegría esta simplemente allí,
en aquellas reflexiones
de lo que un día fui y viví,
pero ahora el tiempo ha pasado
y las historias cambiado
justamente por eso descubri
que no se puede crecer en la vida
sin abandonar algunas utopías.
Es por eso que hoy río,
viendo ese largo camino
en los que mis pies dejaron huellas
y aquellas almas,
que aunque no quieran,
soy parte de ellas,
y si el olvido llega
seguiré siendo el que fui
el que soy, siempre me ofrecí.
De lo malo hago fiesta
celebro con vino el olvido
y el cariño de ella, la traición,
el abrazo y el beso divino
son partes innatas del amor.
Los buenos amigos nos muestran
a ver mas haya de la tormenta
y todas las cargas llevadas a cuestas
compartidas alivianan el dolor.
Comprendí que para ser agudo
necesitamos el infortunio,
dejar los tontos orgullos
para reconocer lo bueno,
y lo malo envuelto en canto.
Lo dulce no sabe tan bien
sin probar lo amargo del llanto.
El perdón practicado libera,
y el odio guadaño destruye,
son elementos consagrados
que en el río de la vida fluyen.
Aprendí a abandonar el pasado
para llenarme de cosas nuevas.
No se disfruta la vida bella,
sin haber llorado también.
Por eso río y celebro ¡Que bien!
porque perdiendo ¡Gané!
y otras veces ganando !Perdí!
pero aquí estoy y aprendí,
así como también disfrute.
¿Y quien en esta vida puede reconocer
las semillas que germinan en felicidad
sin primero probar de sus frutos y tropezar?
¡Son las experiencias que moldean el ser!
Miguel Eduarte