A ti,
Que me llenaste las manos,
Con orgasmos de alfileres
Dulce espina mía
Cubierto de oropeles
Y humedeciendo tus labios
En mis oceánicos placebos
Te llamaste invierno
No se porque placeres.
A ti que la mirada
De vergüenza no sostienes
Pero te llenas la boca
De promesas en corceles
Y te bebes mis delicias
Me retienes en tu mente
No se porque recompensa
Me condenas a quererte.
A ti que solo entregas
Huracanes sin olvido
Te guardo el privilegio
De sentirte entendido
Busca otras distancias
Vete a otros caminos
Que otra mujer soporte
Tus estorbos y fastidios.