Los adioses no se acuerdan
de sus dioses,
hay adictos, hasta al asco,
y las verdades son mal vistas
si quieren sobrevivir.
Dame dos malos pensamientos
para tener donde escoger,
dame un poco de desprecio
para no ponerme a correr.
Un bostezo de fuego
me calienta las desgracias
y sonrío, sonrío porque el alma
nunca se ha dejado ver.
Las caricias de un enfermo
les atacan: no te me acerques
ni me tientes, ni me observes,
ni digas palabra alguna si te quieres...