RICARDO ALVAREZ

TU DIARIA NATURALEZA -- de azul intenso

                             ¡ Tu, Amor ¡

Como caña negra de melaza oscura y  ebria,

derramas en el estío tu pulpa roja labial y tus dedos

de marquesina iluminada y de abeja laboriosa,

cultivan el  vino y el hollejo de enero.

hasta que el viento publica los frutales de primavera.

La madurez de los racimos desafiando al invierno,

con las hojas del otoño refrescando tu piel y

goteando en cada hilo de tu oscuro  pelo

como la perpetua lluvia del monte Chaqueño.

 

Aun bajo el agua me siento a festejar cada hilo y

brindo por tu cabello con icor de orujo,

en la copa de tu perenne paleta de artista enamorada,

amalgama de azul-encanto y pasión fuego llameante.

De tu  hombro, se suelta tu brazo en caída de abedul fresco,

culminando en  los pétalos que llevas por dedos,

como el grano perfumado que arroja el tilo,

cuando anuncia su visita de aromas, y

suelta la alfombra amarilla y alegre por las veredas.

En las puntas, tus yemas,

diminutas y en plurales, rozan mágicamente mi pecho y

de tu calmo lago de agua en el hoyuelo de tus clavículas

se fondea mi ancla de día turbulento.

Tu boca gestual de inquieta figura

es Naturaleza de espejismo puro de oasis dilatado,

embebido del diamante en bruto.

¡ Amor casi de ultraje invasivo ¡

¡ Amor diario, violador inconsciente de mis sentidos ¡

Empujas al horizonte detrás de las montañas Puninas y

en tus acuosos ojos, tan altos, como el agua del Titicaca

mi barca flota en rumbo virante, despliega su larga vela,

nadando sobre la paja en el agua y

la mirada en brújula apunta a tu figura de leona femenina.

Y mi corazón volátil, de párpado ausente,

no halla un solo mapa de agua ondulante, como tus caderas entrañables.

Si te cegara la luz devorante te doy mis ojos de lazarillo.

Para que sigas caminando sobre las nubes, y

bailes galante el vals eterno de la estrella absoluta,

con tus manos enguantadas en la hora del trabajo

 

                                ¡ Amor mío ¡

¡ De todas las verdades que elige el día ¡

Tú eres la obertura en el hilo de los racimos de la hembra, y

de tu ojo clavelino, sueltas el olor a mujer sin perfume.

Solo esencia de savia y sangre púrpura,

como si un gen de madre natura te hubiese inyectado

una caléndula Mujer, bajo los poros de tu piel.