Despiertas en tu lecho
inmenso y frío,
contemplas tus manos desgastadas
por el constante intento,
de espantar de tu almohada,
la neblina grisácea de su recuerdo
… recuerdo que aún marchita
el paisaje de tu vida.
A veces
quisieras flotar
surcando territorios sin fronteras
y evadirte
de su recuerdo … la única herencia que te dejo.
Inmerecidamente,
fuiste arrojada con fuerza
de la cima del amor,
por el cruel viento de su traición.
Desde entonces,
con los pies en tierra,
cantas con fuerza melodías tristes,
a través de las cuales
tu corazón se desangra,
… y tu tibia sangre
alimenta la tierra
y la tierra en gratitud
te regala flores….
tu jardín siempre florece.
Todo murió… menos tu voz
tu voz …lenguaje de tu inmensa tristeza
… cada alba es un aliento
para respirar más profundo
para evocar momentos y para borrarlos,
aunque duele…
duele recordar,
duele olvidar
…hay recuerdos, huellas
que están presentes en tu boca
en tu piel, en tus sabanas…
hay recuerdos que no se borran
son suplicas constantes a
mantener la intensidad de tu amor
y te duele comprender
que tal vez,
hasta tu final
se mantendrán indelebles
a tus esfuerzos
miles de palabras, de caricias
de íntimos detalles
que se arraigaron en tu mente,
en tu pecho, en tu piel…
Y mientras cantas,
sientes la brisa
que trae en sus suaves alas,
el combinado aroma de montaña,
baja por el prado verde amarillo
donde gotas de agua agonizan,
ante la puesta en escena
del sol de primavera.
POR : ANA MARIA DELGADO