Recordando el pasado y sintiendo el
Presente;
Pude sentir la miseria en mis ojos,
Dándole a ellos una extraña luz de tibieza.
Inmóvil y cabizbajo, escrutado por
La línea horizontal de mis hombros,
El sello del alma: un respiro; y luego
La nada, yo y mi miseria.
El cansancio y el olvido, extraña,
Pero sutil mezcla, resolvían sus diferencias
Dejando marcas en mi piel, surcos, y vaguedad.
Lentamente esta misma miseria se convertía
En mi única amiga, lentamente.
La misma con la que ayer tenía un hijo,
La misma con la que lavaba mi ropa,
La misma con la que soñaba cosas imposibles.
Para el que me viese, sería muy susceptible a
Confundir lastima y ternura.
No creo que haya sido infeliz,
Simplemente que el paso del tiempo,
La miseria, el cansancio y el olvido, me eligieron
Como huésped del destino, como a tantos.
Como a tantos…
© Maximiliano José Cabrera.