No necesito tus palabras de puñales,
Ni que de tu boca recites mi biografía con sangre,
Ni que saques las costras de cada una de mis heridas,
Cuando parezcann ya haberse secado.
No necesito que tus manos sean rocas teñidas de negro,
Ni que crezcan en tu jardín, varas para azotarme,
Si para hacerme daño son útiles tus silencios,
Tus miradas blancas y tu simple presencia.