Escondido en el dulce acorde de la soledad,
estirando sombras, descifrando hilos arácnidos:
voy del amor al ángulo humilde de la sobriedad;
del silencio al lóbrego pensamiento de la ansiedad.
Del día el cansancio, de la noche el carnaval;
evocando telarañas y creando algún mural.
Mordiendo el polvo de la estrella central
y asumiendo la puesta de una luna mortal.
Risas sin ecos y de pláticas ensayos,
costumbres escondidas y confidencias lapídales:
son días y noches del tiempo de los tales.
Cuando las nubes no existen y el horizonte
se ensancha
cuando el corazón calla y el alma canta,
cuando se olvida lo humano y la muerte no espanta,
en fin, cuando la vida en el tiempo no alcanza.
Los ojos inútiles y el cielo profundo,
nostálgico el sueño y brillante el mundo
claro, claro son instantes solamente,
solamente el poniente.